Buscando la verdadera historia de los tres cerditos
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Procesos de legitimación de tecnologías informales locales vs patentes industriales globales.
La Historia no es una ciencia exacta, eso lo sabemos todos. Es más bien un fluido complejo y dinámico que debemos estudiar críticamente y en profundidad. La Historia (con mayúsculas) está construida de muchas historias (con minúsculas), de muchos relatos y testimonios. Normalmente se simplifica para ser enseñada, obviando matices y posturas periféricas, lo que la hace completamente parcial. Hasta hoy, en la historia se prima el dato a la actitud y así nos va. Dicen que la historia la escriben los vencedores y eso evidentemente la transforma, hace que solo conozcamos un punto de vista, una versión de los hechos. Esto no pasa solo con las grandes guerras y los cambios de era, también sucede en las fábulas y relatos aparentemente más insignificantes. El poderoso, históricamente es el que ha poseído la verdad, aunque si miramos un poco profundamente, parece que esta situación está cambiando, porque ya no es solo el poderoso el que hace circular las cosas, y como dice Bruno Latour “la verdad es lo que circula”.
Hace no mucho tiempo, llegó a nuestras manos un relato aparentemente insignificante, apuntes históricos desatendidos que habían perdido toda relevancia debido al poder mediático de la “historia oficial”. Pistas que estudiadas con detenimiento, transformaban completamente el punto de vista de una de las historias más leídas de todos los tiempos, “Los tres cerditos”.
Si hacemos caso a este relato informal, muchas de las cosas que pensábamos ciertas en la fábula universal, realmente nunca ocurrieron. En esta versión apócrifa de los hechos, el lobo no aparece por ningún lado y los tres cerditos por supuesto no eran tres, sino muchos más. Las casas de paja y madera eran fabulosos artefactos construidos con inteligencia y precisión. Arquitecturas adaptadas a lo local, que estudiaban perfectamente las mejores condiciones para conseguir los más óptimos niveles de confort utilizando el mínimo consumo de energía. Construcciones progresivas que permitían ser evolucionadas en función de las transformaciones familiares o de los nuevos descubrimientos tecnológicos. Viviendas de palma y madera que no tenían ningún miedo al entorno natural, sino que lo respetaban y aprovechaban para mejorar sus condiciones de temperatura y ventilación. Tipologías que aprendían del saber popular que se modificaba cada vez que la inteligencia colectiva de los vecinos introducía mejoras contrastadas. Inteligencias que se adaptaban perfectamente a lo local, con actitudes que podían replicarse críticamente en la escala global.
Si seguimos leyendo, en esta nueva versión de los hechos, se narra la llegada de fantásticas tecnologías de reinos lejanos. Exploradores occidentales enseñaron a los habitantes autóctonos productos nunca vistos, duros y herméticos de elaborada fabricación, cementos, ladrillos y chapas metálicas. Al principio, los habitantes de la zona, empezaron a utilizarlos para complementar sus casas tradicionales y sus tecnologías ligeras. Eran perfectos para implementar algunas partes consiguiendo mejores rendimientos, un agregado ideal para seguir evolucionando sus viviendas. Pero los exploradores occidentales cegados con la idea de mejorar su negocio, iniciaron planes de marketing y campañas publicitarias para vender mucho más producto. Rebajaron los precios, optimizaron los procesos para que fuera mucho más rápido construir con estos elementos y monopolizaron la educación constructiva hasta que las viejas técnicas quedaron casi en el olvido. Inventaron la falsa historia que relacionaba las construcciones de paja y madera con los habitantes vagos, y las viviendas de bloque de hormigón y cubierta metálica con los habitantes prósperos mucho más cercanos a la cultura occidental. Menospreciaron los saberes populares y las tipologías vivas tradicionales hasta que parecieron ridículas soluciones para gente sin recursos. Tuvieron éxito, y los habitantes del lugar empezaron a hacerse casas compactas y sólidas, que se protegían de la intemperie y de la naturaleza. Cubos ideales que copiaban tipologías de otras partes del mundo sin apenas revisión crítica ni posibilidad de evolución. Casas hechas para otras condiciones y formas de vida que miraban referentes mal adaptados.
Hay pocas alusiones en el relato al lugar exacto donde todo esto ocurrió, la Troya de “los tres cerditos” no ha sido descubierta aun, pero las descripciones de los paisajes, del clima y los apuntes referenciales sobre accidentes topográficos así como la cercanía al mar y a la montaña, pueden situarla en unos pocos puntos del planeta. Uno de estos lugares podría ser la costa caribeña de Colombia, cerca de la Sierra Nevada. Un pequeño pueblo que se llama Palomino.
Esta nueva versión del cuento tambalea evidentemente los cimientos tecnológicos que hemos construido poco a poco desde nuestra infancia. Esta versión, plantea nuevos retos a la hora de enfrentarnos con una moraleja mucho más compleja y ambigua. Nos hace reflexionar detenidamente sobre los procesos de legitimación del conocimiento, sobre posibles enfrentamientos entre el conocimiento local y el conocimiento científico, como si fueran dos bandos compitiendo por alcanzar, a través de caminos distintos, las mayores cuotas de éxito.
Ayer mismo, a eso de las ocho y media de la noche hora española, Doménico presentaba su nuevo espacio de reflexión físico-digital think commons. Entre las conversaciones paralelas a la explicación del proyecto que se producían en el chat, @elsatch introducía convenientemente un concepto que nos ha parecido la herramienta con la que armar la nueva moraleja de esta versión del cuento. Habló del conocimiento situado y de como Donna Haraway explicaba determinadas regiones del Amazonas, donde la perspectiva de algunos pueblos indígenas se había legitimado como fuente de conocimiento, en lugar de la voz de algunos expertos occidentales. En textos como “Las promesas de los monstruos”, Haraway defiende que ninguno de los conocimientos puros existe, ya no encontramos el conocimiento científico en oposición al conocimiento local, como si de ideas cerradas y perfectas se trataran, sino que en todos los contextos que se estudien con la complejidad suficiente, podemos comprobar que cualquiera de estos conocimientos ya son híbridos.
El conocimiento situado es la clave de la posible moraleja, se demuestra ridículo el seguir intentando plantear dos frentes de discusión tecnológica impermeables, eso si, se ha de enfatizar el esfuerzo por simetrizar la legitimación de ambos y favorecer la hibridación en igualdad de condiciones. Lo más común, demostrado en una lectura intensa del relato clásico de los tres cerditos, ha sido primar la tecnología científica, dominada por patentes oficiales por encima de cualquier otro tipo de tecnología. Este hecho, ha permitido circular un conocimiento de globalización construida que o bien deja de lado lo local, o bien lo encapsula como reliquia impidiendo su desarrollo y evolución.
Los nuevos fenómenos de cultura libre que empiezan a circular, trabajan con procesos de legitimación alternativa, que abren nuevas puertas a la globalización, entendida como conocimiento en redes de jerarquías fluidas, donde se trata con la misma relevancia a los dos frentes, y se comprende la importancia del desarrollo hibridado. En materias tan específicas como la Arquitectura o la construcción de ciudad también es posible la cultura abierta y la circulación libre de soluciones, siempre y cuando realicemos un esfuerzo extra de traducción. Es necesario entender esta cultura basándonos en prestaciones y en sistemas dinámicos y no en soluciones constructivas cerradas. La adaptación de detalles inteligentes en localizaciones alternativas con condiciones muy distintas, implica la necesidad de entender la lógica de estas soluciones antes de ser aplicadas y un trabajo previo que permita evolucionarlas a los condicionantes de los nuevos emplazamientos.
No sabremos nunca si era Palomino el pueblo del que habla la verdadera historia de los tres cerditos, ni como terminaba esa historia alternativa. Las últimas páginas del relato todavía no han sido encontradas, posiblemente porque la difusión del mismo durante mucho tiempo se ha realizado mediante comunicación oral, lo que explicaría la multiplicidad de versiones. Pero ya que tenemos ocasión, permitidnos ser un cuentacuentos más de todos aquellos que inventaron un final diferente para esta historia. En nuestra versión, el cuento terminaría relatando la situación de aquel que todavía no ha aparecido, nosotros acabaríamos la fábula describiendo la casa que habría construido el cuarto cerdito.
El cuarto cerdito, libre pensador, no se habría dejado avasallar por ninguno de los conocimientos dominantes, y habría tenido criterio suficiente para legitimar la tecnología realmente necesaria para cada situación. El cuarto cerdito habría utilizado el “conocimiento situado” para construirse la casa mediante tecnologías híbridadas que permitieran escoger los mejores detalles en cada una de las partes de su casa, pero siempre adaptando estos detalles a sus propias condiciones. De lo que también estamos seguros, es que no habría hecho una casa terminada, sino una edificación evolucionable que permitiera crecer y decrecer, para adaptarse a las condiciones de cada momento. El cuarto cerdito se apropiaría de las tecnologías formales para desarrollar las sabias construcciones tradicionales, aportando nuevas plusvalías. También daría especial importancia a la transparencia y la permeabilidad de su edificación, incrementando su relación con el espacio público y con el medio natural, teniendo en cuenta siempre antes de tomar ninguna decisión, al mayor número de agentes posibles, ya sean humanos, constructivos, materiales o ambientales. El cuarto cerdito no estaría nunca solo, sino que se multiplicaría en comunidad, de esta manera aseguraría un proceso que niega los sistemas cerrados y prima la construcción dinámica basado en la inteligencia colectiva.
*Este primer texto inaugura la línea editorial de inteligencias colectivas en La Ciudad Viva. Continuaremos un proceso abierto, donde podamos seguir discutiendo cuestiones globales de construcción de ciudad, a partir de desmenuzar situaciones reales que hablen de lo muy local.Sobra decir que cualquier aportación no es solo bien recibida, sino que además os animamos a que hagáis comentarios que puedan introducir nuevas líneas de referencia en los posibles futuros artículos.